martes, 11 de noviembre de 2008

La inevitable recaída con el ex


Este escrito no es mío me lo pille navegando por internet, y explica muchas cosas.....



Por Teresa Campano.


La memoria no es propiedad del cerebro, no. No y ni tampoco de sus eléctricas habitantes las neuronas; la memoria también está en nuestro vientre, en nuestros brazos, en nuestro cuellito, orejitas, y en nuestro ultrasensible clítoris. Sí, porque el cuerpo, y esto lo aseguro después de mi última battaglia sessuale, tiene capacidad de retener recuerdos cachondos. Los recuerdos de la carne. Una memoria oculta de la piel, que guarda momentos incluso perdidos por muestra memoria cerebral, por ejemplo, un coito monstruoso y bestial. O sea, en términos prácticos, si viene un ex pololo con el que has tenido sexo duro y parejo, apuesto el rosario de mi abuelita a que te lo tiras de nuevo sin asco.
A mí me ha pasado que algunas veces cuando mi cosita ha estado solitaria y desatendida, me ha dado por llamar a mis ex como reciclaje. Como buena acción por el medio ambiente, pero también como una buena acción por ella, cosita o chochita, para que se mantenga ejercitada y ajena a las telarañas. Pero esta actividad, la de echar más que una miradita al pasado, a veces conviene y a veces no. A veces es como comer… comida. Tienes al muchacho nuevamente en tu cama y es como si nunca hubiese dejado de estar ahí. Todo resulta fácil y fluido y la confianza de los años o meses juntos te hace sentir extasiada, embriagada y embelesada. Tu piel se pegaba como velcro chino a la de él sin resistencia alguna, acomodándose en el momento y sin preámbulo como el perno a la tuerca. O sea, es igual que comer algo que probaste alguna vez hace tiempo y te cayó mal, pero te gustó, por lo tanto tu memoria corporal sexual le dice: “Te recuerdo enterito, lolito, me gusta probarte ayer y hoy, aunque me arrepienta mañana”.
No obstante, en otras en ocasiones ese “vuelta al lugar del crimen” no es más que masoquismo voluntario: darle placer al malnacido que te hizo sufrir porque conoce tu talón de Aquiles y entregarte en bandeja pensando que no te va a pasar de nuevo, que no vamos a volvernos melodramáticas de nuevo, que no vamos a sufrir, pero sale el tiro por la culata. Por ilusas, por confiadas o por optimistas. Por calientes.
Es que el recuerdo carnal con los antiguos amores fluye como el agua de cascada, desde que comienzas a oler al ser humano en cuestión y prende tus instintos como pasto seco, hasta que terminas con el mismo orgasmo que terminabas hace meses. Sabes dónde tocarlo, cómo estimularlo y viceversa, qué decir y en qué momento, sin estresarte por esa interrogante “¿Lo estaré excitando o estoy haciendo el loco?”, que a veces nos preguntamos con los romances nuevitos de paquete. Ese reencuentro quita los pudores tan rápido como la ropa, creo yo, aunque en el envoltorio la fecha de vencimiento está más que clara.
Mi última experiencia habla de eso justamente. Sin previo aviso llegó a mi casa un ex, pero el maldito anteriormente descrito, el que me dejó. Y yo, me entregué sin pensarlo siquiera. Lejos, fui lo más fácil. Por lo que mientras caía en su juego no dejaba de analizar mi error y odiarlo por eso: “¿Y ahora vuelves, malagradecido, buscando mi calor? Ahora, después que te fuiste con una gigantona alternativa con la que duraste menos que un candy. Y vienes diciéndome que echas de menos mis pechugas. Mis pechugas…¡¿Mis pechugas?! Yo te extrañaba a ti, extrañaba nuestras lecturas de los Cantos de Maldoror del Conde de Lautréamont, ¡y tú extrañabas mis pechugas! ¿Qué parte de ellas sería? Explícame eso…¿Mis pezones? Mis pezones son felices sin ti, hombre sin memoria. ¡Pero mentira! Ese es el problema…Es mentira… Lautréamont lo podía leer con cualquiera, pero mis pechos, desgraciado, nadie los ha tocado como tú”.
Sin embargo, en otros casos, en los mejores, te puede recordar que la cuestión con él no te gustaba nada y que si lo dejaste es porque con todas sus maniobras de besos y toqueteos no te hacía ni cosquillas. Y esa es la mejor venganza. Eso de mostrarle lo bien que lo haces ahora y, en lo concreto de la cama, cómo se ha acrecentado, desde que te dejó, tu conocimiento de manera considerable en el sexo. Ahora soy seca. Lo hago como las diosas y es gracias justamente a todo el tiempo que no estuviste en mi dormitorio. Lo hago bien y sin haber leído ni un libro. Pura práctica, baby. Ve ahora cómo satisfaces a esta experta. Haber vuelto a ti fue un inevitable error del cual me puedo reír sin culpas, total ahora mi recorrido en el tema te supera en un cien por ciento. Maldito.

No hay comentarios: